El viento del sexo en Internet se llevó la vida privada de Laura. “Pudimos bajar algunas fotos que compartió. El resto, no tengo idea. Lo que termina en redes sociales es imposible de rastrear”, asegura.
Había consentido a que su entonces marido, el padre de sus hijos, un reconocido cirujano porteño hoy de 40 años, ex empleado de una prestigiosa institución médica, le tomara algunas de esas fotos en la intimidad. Luego, le tomó otras a traición, sin que ella lo permitiera. En enero 2019, el cirujano comenzó a compartirlas. Primero a amigos, luego al mundo, en páginas de contenido porno amateur. Creó una casilla de mail con un nombre falso, literalmente Juan Pérez, luego otra con su apellido y nombre. Entró en foros con el seudónimo “Señor Amateur”, las distribuyó también por mail, Skype, incluso en una cuenta de Telegram que creó para ese propósito. Difundió el material a amigos, conocidos de su pareja.
Laura -un nombre de fantasía empleado en esta nota para proteger su identidad y la de sus hijos- lo descubrió por casualidad, por un descuido. La casilla de Juan Pérez estaba junto a la suya en su computadora, su ex marido no había usado sesiones de Windows separadas. Entró a ver los correos. Ya era demasiado tarde. Vio cómo sus imágenes privadas habían llegado al sitio Poringa, a un blog, o al hoy desaparecido Foro Argentino de Amateurs.
Así, confrontó a su marido. “Me hizo responsable a mí. Me dijo que era un juego, que lo volvía loco, que no podía pedirme perdón porque sabía que no había forma de que lo perdonara. No dio muchas explicaciones. Sí dijo que había empezado como un juego, que se le había ido de las manos. Me ofrecía hacer lo que sea para que yo pudiese continuar con mi vida y pueda estar bien. Pedía ver a los chicos, que eran su razón de vivir. Esa fue su única reacción”, recuerda en diálogo con Infobae.
Entonces, Laura lo denunció en la Justicia en abril de 2020: el Cuerpo de Investigaciones Judiciales porteño que depende del MPF descubrió que su entonces marido cerró la cuenta de Juan Pérez, su computadora Apple fue peritada y se encontró evidencia de transmisión por Skype del material, pero el daño quedó, indeleble. “Reparatorio no hay nada. No hay nada que pueda reparar el daño que él hizo”, afirma.
Esta semana, el cirujano fue condenado. El cirujano -cuyo nombre se mantiene en reserva para no exponer a su ex pareja e hijos- aceptó su culpa en un juicio abreviado en el Juzgado de Primera Instancia en lo Penal, Contravencional y de Faltas Nº 16, con la abogada María Florencia Zerda como querellante de la denuncia de Laura. El delito: difusión no autorizada de imágenes íntimas, artículo 71 bis de la Ley 6128, sancionada en CABA en 2018.
Acordó pagar una multa con un monto ínfimo -42 mil pesos en seis cuotas- y realizar una curso de violencia de género, doce encuentros grupales de dos horas cada uno donde tendrá que verle la cara a hombres como él. También, se le impuso una orden de acercamiento: no puede aproximarse a 200 metros de su ex mujer o su domicilio, tampoco contactarla de ninguna forma.
“La última vez que tuve contacto con él vi que no sabía que había hecho la denuncia. No tuvo la ocasión para hacerlo. El castigo o la condena debería ser más ejemplificadora, más dura, para que quienes hacen esto para que dejen de hacerlo. No sé qué lo llevó a firmar el acuerdo. Supongo que habrá entendido que las pruebas en su contra eran suficientes”, reflexiona Laura: “Y una perimetral es algo que me deja tranquila. Me da paz que no pueda acercarse o contactarse conmigo. No sé si es una solución, no sé si esa es la palabra. Pero, al menos, me da tranquilidad”.
Los mails que encontró Laura en la cuenta de Juan Pérez y que adjuntó en su denuncia muestran al acusado fuera de control. “Enviaba mails a conocidos de ambos diciéndole que tenía fotos mías con diferentes inventos como que me había hackeado, para luego seguir enviando nuevos mails reconociendo que era mi pareja y que le ‘calentaba’ que otros me vieran desnuda y que yo no sabía nada. En algunos casos hasta directamente enviaba mis fotos a ver si me reconocían”, afirmó.
“Hola. Te escribo este mail porque tengo fotos hackeadas de la maquina de una conocida tuya. Le estoy mandando este mail a sus contactos hombres. No te las mando ahora para no comprometerte, porque no sé con quien abrís los mail, pero creeme que valen la pena…. Si las querés, contestame y te las mando o te doy mi MSN. Saludos”, escribió el cirujano en el primer correo.
Luego, siguió con extraños, con planteos insólitos: “Hace poco te escribí ofreciéndote fotos ‘hackeadas’ de la maquina de un contacto tuyo del Facebook. La realidad es que yo soy la pareja de ella y me calienta mucho que la vean sus conocidos, sin saber quién es… Obviamente ella no sabe nada y las fotos son sin la cara, pero si te interesa, avísame que te mando. También te agregué al MSN. Lo hice con todos sus contactos hombres… Espero tu respuesta… Saludos”, continuó en otro mensaje.
Parecía rogar para que se los aceptaran. Otro contacto revela el nivel de insistencia. “¿Te interesa ver fotos de una conocida tuya desnuda? Obviamente ella no sabe nada, digamos que son ‘obtenidas’ sin que lo note… Si te interesa, contestame y te mando. Creeme que valen la pena… Si te gustan y te interesa te digo cómo las conseguí. Espero tu respuesta. ¡Saludos!”