Los homicidios por encargo se convirtieron en una de las modalidades delictivas que más crecieron en el país en el último tiempo. Entre los principales clientes que recurren a estos servicios se encuentran bandas narco, sindicalistas que ajustan cuentas con rivales y la mafia china.
Según expuso en un informe el periodista Gustavo Carabajal en el matutino La Nación, los montos que perciben los sicarios quedan supeditados a una negociación entre el contratista y el gatillero. Los precios más habituales varían entre 30 mil pesos y 20 mil dólares.
El investigador recordó que hace 20 años casi no existían condenas por matar a cambio de dinero debido a las dificultades para probar el vínculo entre el autor material del crimen y el contratista. Pero desde el 2016 la figura del sicariato se instaló con fuerza en el país.
Tras enumerar una serie de casos en los que se comprobó la modalidad del crimen y en algunos se condenó a los responsables, entre ellos un femicidio, mencionó tres homicidios que ocurrieron con una diferencia de 48 horas en Rafaela y Concepción del Uruguay que confirman la tendencia.
Miguel Ángel Mendoza, alias Mosquito, y Marcelo Sánchez, más conocido como Nano fueron asesinados el martes a la noche en Rafaela. Les dispararon desde una moto cuando el automóvil en el que circulaban llegó a la esquina de Edison y Detéfanis. Por las características del episodio, de matriz rosarina, los investigadores policiales y judiciales abonaron la presunción de que se trató de un asesinato por encargo.
Dos días antes, el abogado José Pedro Peluffo, de 63 años, fue asesinado por sicarios que le dispararon cuando salía de su estudio, en Concepción del Uruguay. El homicidio ocurrió horas antes de que se dictara el monto de la pena que se impondría a cuatro imputados que defendió en el juicio oral por homicidio del productor rural Pascual Viollaz. Cinco días antes, la Justicia había condenado a los cuatro acusados de matar al estanciero. Faltaba fijar la pena y horas antes de esa audiencia, el defensor de los condenados fue asesinado por sicarios.
La actividad que tiene la mayor demanda de asesinos a sueldo en el país es el narcotráfico. En Rosario, donde esta actividad está en su auge, funciona desde hace tres años una agencia de sicarios que ofrece este servicio desde el barrio La Tablada. Asimismo, cuando alguno quiere ajustar cuentas con un competidor puede requerir el servicio en un determinado grupo de una conocida red social.
Por esto, Rosario se convirtió en la tierra de sicarios en la Argentina actual. Pero el panorama se replica en la frontera caliente de la cocaína, en Salta y Jujuy y en Misiones, donde la actividad narco está concentrada en el tráfico de marihuana.
El perfil más perverso del sicariato quedó al descubierto durante la cuarentena en el conurbano bonaerense, donde en la villa Loyola del partido de San Martín recurren a menores para actuar como sicarios. Cuando cumplen 16 años, los descartan automáticamente porque dejan de ser inimputables.
Allí, como en Rosario, los asesinos a sueldo no saben leer ni escribir, nunca estuvieron escolarizados porque carecieron de contención familiar y están convencidos de que su expectativa de vida es corta. Son, en definitiva, los fusibles del sistema que terminan asesinados para cortar la cadena de responsabilidades de un homicidio por encargo.