Maradona inmortalizado en una escuela de González Catán que lleva su nombre y es el faro de los pibes

*Tiziano Pascale

El pasado 1° de julio, la Escuela de Educación Secundaria N°81 de La Matanza pasó a llamarse como el ídolo popular argentino. Qué cambió en la institución y por qué es importante para los jóvenes del barrio.

En 1995 la Universidad de Oxford, una de las más prestigiosas a nivel mundial, nombró a Diego Armando Maradona «maestro inspirador de los estudiantes soñadores». Casi tres décadas más tarde, y en su tierra natal, la Escuela de Educación Secundaria N°81 de La Matanza, ubicada en González Catán, pasó a llamarse como el ídolo popular argentino. A pesar de las diferencias que pueden existir entre la calidad educativa, la infraestructura, y las realidades de los alumnos de ambas instituciones, el mensaje que se le brinda a los jóvenes es el mismo. Pero por su historia y por lo que defendió a lo largo de su vida, a Diego le quedan mucho más cerca los pibes de Catán que los letrados de Oxford.

A mediados del 2023, la institución ubicada en la calle Vera buscaba tener una identidad. Los directivos, lejos de elegir algún prócer o alguna fecha que le quedase lejana a los alumnos, decidieron realizar una elección totalmente democrática. Propusieron ocho nombres distintos y contaron la historia de cada uno de ellos en las aulas. Una vez finalizado el proceso de conocimiento, comenzó la elección. Como muchos estudiantes de la escuela iban a votar por primera vez en las Elecciones Presidenciales, decidieron simular ese momento eligiendo a su candidato en un cuarto oscuro y colocándolo en una urna. También participaron docentes, auxiliares, padres, escuelas vecinas y autoridades de la educación provincial. En total votaron más de 1.400 personas.

El ganador fue Diego Armando Maradona, con aproximadamente 400 votos. «Fue importante el voto de los padres y madres en este sentido, que vivieron más la época de Maradona. Pero además ésta escuela tiene orientación en educación física, tenemos muchos estudiantes futboleros y de hecho hay tres egresados jugando en Primera», explica su Secretario, Orlando Martínez. Y añade: «También tiene que ver con la realidad de los chicos. Diego tuvo unos orígenes muy humildes y después llegó a la cima. Los chicos de esta comunidad tienen ese sueño».

Una vez elegido el nombre, se elevó a la Dirección Provincial de Escuelas de La Plata. En febrero de este año recibieron la aprobación y comenzó un proceso de transformación dentro de la institución. Los alumnos y las profesoras de arte, ilusionados con el cambio de nombre, decidieron realizar distintas obras que hoy decoran la escuela. Atriles con cuadros, dibujos, un barrilete con imágenes de Maradona del que cuelgan escritos los sueños de los alumnos y un retrato de Diego hecho con tapitas de gaseosa. 

Pero la joya de la corona se encuentra en el salón de usos múltiples. El pasado 1 de julio se realizó un acto para oficializar el cambio de nombre y se reveló un imponente mural pintado por el artista Mariano López. La obra retrata tres momentos de la historia del Pelusa. A la izquierda, el pequeño Diego que soñaba con jugar un Mundial, cuando apenas tenía diez años; en el centro, con el pecho inflado y el Sol de Mayo de fondo, el barrilete cósmico, el campeón del mundo en México 86; y por último, a la derecha, el Maradona entrenador. 

Pero el mural, que emocionó a todos cuando se destapó y ahora es un motivo de fotografía para aquellos que visitan el colegio, tiene una historia muy particular. «Mariano se enteró porque su hermana es docente y ayuda en esta escuela. Él mismo se ofreció a hacerlo. Iba a ser un mural chico, porque no llegaba con los tiempos, pero cuando vino, se emocionó, lloró e hizo la pared completa», detalla el Secretario. «La idea de representar a los tres Maradonas fue exclusivamente suya, y es muy atinada. Es muy impactante, parece real. Le llevó nueve días y para quienes estuvimos acá acompañándolo fue emocionante», agrega.

Muchas paredes de La Matanza fueron pintadas por Mariano López, pero para él, esta creación tuvo un tinte especial, porque pintar a Diego lo moviliza: «Hice unos cuantos murales, pero los de Maradona son distintos para mí. No sé bien cómo explicarlo, pero me hace bien pintarlo». Y esa pasión por retratar a su ídolo, sumada a la importancia que él le dio a la elección democrática de los alumnos, hicieron que costee todos los materiales, a pesar de la insistencia por parte de las autoridades. «No pensé en cobrarlo porque soy fanático del Diego y me parece genial que haya una escuela así. Me pone contento porque muchos dicen que ya pasó su tiempo, pero no pasó nada. Que los pibes del secundario que casi ni lo vieron lo hayan votado me da un poco de alegría y esperanza», señala.

No es casualidad la elección del nombre, y menos en un lugar donde las carencias abundan. Ubicada entre Rafael Castillo y González Catán, en el Barrio Rodolfo Walsh, un lugar vulnerable, con casas precarias y familias humildes, la institución cumple un rol social muy importante para la comunidad y muchos de los pibes la toman como su segunda -y en algunos casos primera- casa. Allí se sienten acogidos por los docentes, directivos y auxiliares; pueden hablar de lo que sea sin tapujos y a veces hasta reciben la comida que en sus hogares no. No se sienten marginados, como sí puede pasar en otros ámbitos de su vida, sino todo lo contrario, su opinión importa.

Con sus virtudes y defectos, Maradona es sinónimo de popular, y en los barrios populares su figura se impone, porque aquel niño que se crio en Villa Fiorito tuvo las mismas dificultades que tienen la gran mayoría de los alumnos que asisten diariamente a ese colegio. Diego cumplió su sueño y hoy, desde cada uno de los rincones de la escuela donde su figura está presente, vigila que se cumplan los de los estudiantes.