Más del 70% de los estudiantes inscriptos en este 2024 en la UNNE, son primera generación en ingresar a la Universidad

De acuerdo a datos oficiales de la Universidad Nacional del Nordeste, ese porcentaje de -en su mayoría jóvenes- estudiantes que han ingresado este año para cursar carreras de grado en la institución provienen de familias cuyos padres y madres nunca accedieron a la formación universitaria. En los últimos cuatro años, el porcentaje de estudiantes que son “primera generación universitaria” se mantuvo en torno al 70%.

En las últimas semanas, en el marco de los reclamos por el adecuado financiamiento del sistema universitario, se pusieron en escena distintas críticas hacia la educación universitaria, entre ellas que no es generadora de movilidad social.

La consulta sobre el grado de instrucción del padre y madre que forma parte de las encuestas que se hacen a quienes ingresan a la Universidad, representa un indicador de relevancia para dimensionar el factor dinamizador que la formación universitaria genera en la sociedad.

De acuerdo a datos de la Dirección General de Presupuesto e Información Universitaria de la UNNE, obtenido del Sistema SIU-Wichi, entre el año 2021 y 2024, el 70% de quienes ingresaron a esta institución provenían de familias cuyos padre y madre no tuvieron acceso a la instrucción universitaria, y que, en el mejor de los casos, contaban con terciario completo o incompleto.

Si se toman los datos de los nuevos inscriptos del año 2024, el grupo de estudiantes de más reciente acceso, el 72% es hijo o hija de familias que nunca tuvieron contacto con la universidad.

En tanto, del total de 63.603 estudiantes de la UNNE, más del 50% tiene padre y madre que no alcanzaron a acceder a la educación universitaria ni tampoco terciaria, y que cuentan como máxima formación referenciada la secundaria completa u otros niveles educativos inferiores.

El rol de la universidad

«Los datos corroboran la importancia de nuestra universidad para el acceso a la educación superior y la movilidad social», destacaron desde la Dirección General de Presupuesto e Información Universitaria, a cargo del Abg. Andrés Espínola.

Agregaron que en las encuestas que se realizan para ingresar a la Universidad, queda de manifiesto un contexto donde la accesibilidad económica a la educación superior sigue siendo un desafío para muchos estudiantes, especialmente aquellos de sectores desfavorecidos.

La dependencia de los ingresos familiares y la necesidad de trabajar para financiar los estudios limitan la igualdad de oportunidades en el acceso y la permanencia en la universidad.

Los datos sugieren que la mayoría de los estudiantes, el 71,9%, dependen de sus familias para cubrir los gastos educativos y una proporción considerable, del 23,1%, necesita trabajar para sostener sus estudios.

En tanto que 14,3% de los estudiantes reciben algún tipo de apoyo por parte del estado a través de becas o planes sociales.

«El 23,1% de los estudiantes de la UNNE necesita trabajar para sostener sus estudios».

Herramienta que iguala

Desde la UNNE se destaca que los números de estudiantes de familias sin relación previa con la Universidad, dan sustento a lo que se expresaba en el documento oficial de la 2° Marcha Federal Universitaria que remarcaba que “la universidad pública hace posible que miles, no importa su condición ni donde hayan nacido, puedan cumplir el sueño de ser profesionales”.

También con la consigna de que “la columna vertebral de la Nación es la educación pública que iguala y nos hace libres y la Universidad Pública es la herramienta por excelencia de movilidad social ascendente”.

En ese sentido, en el caso de la Universidad Nacional del Nordeste, los indicadores mencionados también exponen el alto porcentaje, a futuro, de egresados que serán primeros profesionales universitarios en sus familias.

En el año 2023, el 64% de quienes egresaron eran primera generación de profesionales en sus familias, y en lo que va del 2024 el 66% de egresados y egresadas son de familias cuyos padres y madres no tienen formación universitaria.

La movilidad social

«Los pasillos y aulas de nuestras distintas facultades están repletos de historias de movilidad social, la gran mayoría de ellas en sentido ascendente», resaltó la profesora Valeria Ojeda, Doctora en Ciencias Sociales y directora del Grupo de Investigaciones Sociales y Estudios Laborales (GrISEL).

Con esa frase, en diálogo con UNNE Medios, definió el concepto de «movilidad social», un concepto dinámico que da cuenta de un proceso que puede asumir diversos sentidos (descendente, ascendente, estable), y que depende en gran medida de la fortaleza del tejido de políticas públicas desplegadas por el Estado, traducidas en el conjunto de posibilidades educativas y ocupacionales.

Al respecto, remarcó que la Universidad pública y gratuita conforma ese “piso mínimo de oportunidades», el cual, junto con las posibilidades y restricciones de las familias de origen, y al esfuerzo personal comprometido (aquello que se denomina “mérito”), configuran el marco propicio para el progreso y desarrollo personal con su correspondiente impacto en el status social.

En base a ello, reiteró que en la Universidad sobresalen historias de movilidad social y que “solo basta detenerse a hablar con algún compañero o compañera, con algún docente o no docente, y reconocer que las familias argentinas han estado cruzadas por la Educación pública y gratuita”.

En la misma línea, consideró que en Argentina la llegada a la Universidad constituye un logro y es motivo de orgullo en cualquier sector social, pero aún más entre las clases trabajadoras más humildes.

«Implica la apertura de una posibilidad de futuro mejor, con herramientas que padres y abuelos no contaron, y que resultan una promesa de cambio que excede lo netamente económico», resaltó la Dra. Ojeda, quien además es docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNNE.

Opinó que la actual coyuntura está modelizada desde el discurso descalificador, cruel y carente de respaldo científico hacia el rol de la universidad, y que cualquier dato, fuera de contexto y remarcado en “negrita” en alguna red social, puede resultar un aparente argumento a ser esgrimido.

Sin embargo, acotó, «una vez que empezamos a rascar su superficie, notamos la ausencia de elementos sólidos que lo sostengan. Mucha de la información que viene circulando acerca del Sistema Universitario y de Ciencia y Técnica argentino, asume esta característica».

«Nuestro deber como parte del sistema es sostener su defensa a partir de lo que sabemos hacer: la docencia, la investigación y la vinculación con el territorio, traducido en sus aulas, y laboratorios, pero también en el campo, en los barrios, en los hospitales, y en todos aquellos sectores a los cuales la universidad atraviesa, en el afán de mejorar y promover el crecimiento conjunto, armónico y equilibrado de la sociedad de la cual forma parte» concluyó.