Se cumplen 93 años de aquel 14 de diciembre en Chicago. La policía nunca pudo vincular al mafioso con los asesinatos.
Ese 14 de febrero de 1929 nevaba mucho en Chicago. Siete hombres de Bugs Morán, enemigo de Al Capone, se encontraban en el garaje SMC de la compañía North Cartage, en el 2122 de North Clark Street.
Esperaban que llegase un camión con whisky canadiense, que había sido robado por la banda. Debía haber estado allí el propio Moran pero ese día se levantó un poco más tarde y llegó después a la cita, para su fortuna.
Unos hombres vestidos como policía entraron al garaje y los hombres de Morán pensaron que era una batida. Los de uniforme les ordenaron a los contrabandistas del garaje que se alinearan contra la pared. En ese momento entraron matones armados con ametralladoras y los acribillaron a todos por la espalda. Los asesinos abandonaron el lugar sin mucho apuro.
Algunas de las víctimas seguían con vida y creyendo aún que había sido la Policía quien les había disparado, pues nunca vieron entrar a los asesinos de civil. Otros los habían visto. Uno de los baleados, Frank Gusenberg, todavía vivía cuando llegó la verdadera Policía. Murió luego en el hospital sin querer revelar la identidad de los criminales. Sabía perfectamente quiénes eran los que alcanzó a ver y a quién respondían. Pero calló para siempre.
Aunque hay historias más o menos seguras acerca de quiénes perpetraron la matanza, y quien dirigió toda la operación, o sea Jack “Ametralladora” McGurn, un hombre de Al Capone, este caso quedó impune. No hubo demasiado empeño por averiguar la verdad y, en cambio, mucho dinero para que todo quedara en la nada.
Solo había una persona que se beneficiaba con lo ocurrido en el garaje y era Capone, que de esta forma quedaba sin rivales en Chicago pues antes había enviado a asesinar a los socios comerciales de Morán, es decir al irlandés Dean Charles O`Banion, Joe Aiello y Earl J. “Hymie” Weiss.
También liquidó a tres traidores que habían conspirado con Aiello en su contra. Las víctimas de la venganza fueron John Scalise, Albert Anselmi y Joseph Giunta. A los tres, Capone les aplastó sus cabezas con un bate de béisbol para seguir golpeándolos en el cuerpo, luego de convidarlos a una cena en Hawthorne Inn del suburbio de Cícero.
Luego de la matanza del Día de San Valentín, ya hace 93 años, la policía y la justicia dirigieron sus miradas hacia Capone pero nadie actuó en su contra. Al momento de los disparos en el garaje Capone estaba en Miami, en una ostentosa recepción ofrecida a un funcionario. Morán llegó al lugar fuera de horario y vio el auto de los asesinos en la puerta. Ordenó a su chofer que se aleje lo más rápido posible. Cuando la prensa le preguntó quién creía que había cometido la masacre, Morán dijo: “Solo Capone mata de esta manera”. Morán moriría en la prisión en 1957.