El ala cerrada, integrante del Pro Bowl y campeón del Super Bowl con los New England Patriots, tuvo un trágico final después de ser encontrado culpable del crimen de su concuñado.
En junio de 2013, el ala cerrada estrella de los New England Patriots, asesinó de varios disparos a Odin Lloyd, su amigo y concuñado. En ese momento, tenía un contrato con el equipo de Boston de 40 millones de dólares por temporada, y ya había sido campeón del Super Bowl y elegido para jugar en el Pro Bowl (partido de las estrellas de la liga). Desde la secundaria, ya se podían ver en él dos cosas que marcarían el resto de su vida: el talento para los deportes y su mal comportamiento.
El futuro de Aaron en las grandes ligas de uno de los entretenimientos más importantes de Estados Unidos parecía estar escrito. Su padre había sido un destacado jugador en su época colegial, y desde pequeños les inculcó a sus dos hijos varones la idea de que debían ser deportistas. De todas maneras, los chicos no tenían opción, ya que en la casa de los Hernández se hacía lo que Dennis decía. Incluso, en varias ocasiones, él y su esposa discutieron de manera violenta, llegando incluso a los golpes, lo que provocó que la policía intervenga y los detenga a ambos.
Ya en la secundaria, el futuro integrante de los Patriots se encargó de empezar a mostrar todo su potencial. Mientras representaba a su colegio de Connecticut, rompió todos los récords estatales de anotación, por lo que los ojeadores de las universidades más importantes ya tenían los ojos sobre él. Fuera de la cancha comenzaba a escribir su larga lista de irresponsabilidades, ya que en esa etapa incursionó en la marihuana y se peleaba cuando se le presentaba cualquier oportunidad.
En paralelo al crecimiento en su disciplina y sus primeras malas decisiones, llegó la primer muerte que marcó la vida de Hernández. Su papá debía hacerse una operación de rutina por una hernia, pero durante la cirugía tuvo un problema cardíaco y falleció. Los más cercanos al hijo destacaron en varias ocasiones que nunca pudo recuperarse de aquella perdida.
En cuarto año de la universidad, se terminó lo que se daba y Urban Meyer, el entrenador del equipo, le dijo que se anotara en el draft de la NFL o que se buscara donde jugar, porque ya no lo tendría en cuenta. Para un jugador como Hernández, quien era la estrella del plantel junto con Tim Tebow (también terminó en la National Football League), el nivel no era un problema, pero si sus repetidos actos de indisciplina. Pese a que cayó varios puestos más allá de lo esperado, los Patriots lo eligieron con el pick 113 en la cuarta ronda.
En su primera temporada, inició como titular, lo que sorprendió a todo el mundo. En su segundo ciclo en la ofensiva comandada por Tom Brady, rompió todos los esquemas y fue una de los mejores ala cerrada de la liga. Como premio por su rendimiento, fue elegido para integrar el Pro Bowl. Para cerrar con broche de oro, consiguieron ganar el Super Bowl, con touchdown incluido para Aaron.
Al año siguiente, llegó su primer gran contrato: $40 millones. Cuando todo parecía ir de la mejor manera, a pesar de caer en el la definición del campeonato ante los New York Giants de Elisha Manning, Hernández habló con el dueño de la franquicia de New England y pidió que lo traspasen. Lo que parecía un simple acto más de su poca inteligencia a la hora de tomar decisiones, terminó teniendo toda la lógica del mundo tiempo después, ya que la decisión estaba ligada a todos los problemas relacionados a crimenes que tenía en la ciudad.
En agosto de 2013 empezó el principio del fin para la superestrella. La policía se presentó en su mansión y lo detuvo después de de acumular pruebas en su contra con respecto al crimen del novio de su cuñada. Casi dos años después, en abril de 2015, el jurado del juicio lo encontró culpable y fue condenado a cadena perpetua. De todas formas, el parecía incrédulo ante la situación y en las llamadas que tenía desde la prisión se lo podía escuchar tranquilo y confiado.
Mientras esperaba la sentencia firme de su anterior crimen, se sumaron dos acusaciones más en contra del ala cerrada. En esta ocasión, fue enjuiciado por el doble crimen de dos jóvenes de Cabo Verde que habían sido asesinados a la salida de un boliche. Aunque las cámaras y los testigos ponían todos los cañones mirando hacia él, José Báez, un abogado reconocido por su habilidad en estos casos, logró convencer al jurado.
El 19 de abril de 2017, cinco días después de que lo declaren inocente sobre su implicancia en el asesinato de los chicos africanos, utilizó las sábanas de la cama de su celda para ahorcarse y quitarse la vida. Hasta el día de hoy, se desconoce la causa de su decisión, pero hay dos teorías que tomaron peso después del paso del tiempo. La primera, es que con su muerte su familia podría cobrar el resto del contrato que tenía con la franquicia de la NFL. Esto se debe a que, según una ley estatal de Massachusetts, los presos que mueren sin tener condena firme pasan a ser inocentes, por lo que en ese caso no habría razón para que los Patriots anulen el acuerdo que ya estaba firmado. La familia de Lloyd apeló ante ese recurso presentado por la esposa del asesino y la Corte Suprema lo desestimó, por lo que el plan no prosperó. Por otro lado, en el momento de su encarcelamiento en un programa de televisión instalaron la idea de que Hernández podría ser bisexual, lo que generó un gran revuelo dado que el mundo de los deportes suele ser muy cerrado en cuanto a estos temas. Años después, se dieron a conocer llamadas en las que se lo podía escuchar a él hablando de su frustración al no poder encontrar su sexualidad.