El ex secretario personal y el sobrino de Diego Armando Maradona complicaron la situación de médicos y enfermeros imputados en la causa al afirmar que en los últimos días notaron “hinchado” y deprimido al astro, que no salía de su habitación y que nadie hizo nada al respecto.
Se trata de Christian Maximiliano Pomargo (42), ex mano derecha de Maradona y además cuñado del abogado Matías Morla, y de Jonathan Alejandro Espósito (37), quienes convivían con el ex futbolista en la casa de Tigre donde falleció el pasado 25 de noviembre y que ampliaron sus declaraciones testimoniales en la Fiscalía General de San Isidro.
En gran parte de ambas declaraciones -a las que tuvo acceso Télam-, las preguntas de los fiscales Cosme Iribarren, Patricio Ferrari y Laura Capra se centraron en torno a cómo había sido el estado de salud de Maradona los últimos meses y días.
«Esos días no vino nadie”, dijo Espósito, quien aclaró que su función en la casa era la de quedarse con Diego «a dormir, como cualquier familiar”.
“Los días previos (al fallecimiento) se lo veía bajo de ánimo, se encontraba mal de aspecto. Los últimos dos días no salió de la habitación”, dijo el testigo.
Consultado sobre si notó algún cambio físico, respondió: “Estaba más hinchado” y que lo comentó “con el enfermero”, en referencia a Ricardo Almirón, uno de los imputados.
“Sé que lo hablaron con el doctor (Leopoldo) Luque. No sé si alguien hizo algo al respecto», agregó al mencionar al médico de cabecera de su tío y uno de los principales imputados en la causa.
Además, afirmó que el día previo al deceso, Maradona “no quiso comer, no ingirió alimentos”.
“Para mí Diego Maradona se dejó estar, él no quería que se haga más nada«, señaló Espósito, hijo de María Rosa Maradona, una de las hermanas del ex capitán de la selección argentina.
En tanto, Pomargo contó ante los fiscales que en pandemia “Diego empieza con un consumo más excesivo de alcohol, estaba alejado de Rocío (Oliva) y le estaba costando un poco eso” y que a partir de ello y luego de una de sus hermanas lo convenciera, comenzó a trabajar con la psiquiatra Agustina Cosachov, una de las imputadas.
El testigo recordó que el día de su último cumpleaños, el 30 de octubre del año pasado, “Diego estaba bastante triste porque quería juntar a todos sus hijos, lo había intentado en una comida pero no salió como lo esperaba”.
De ese día, también recordó que fue a la cancha de Gimnasia y Esgrima -en lo que fue la última aparición pública del astro-, para hablar con Marcelo Tinelli, quien le entregó una plaqueta por su cumpleaños 60, de algo vinculado a su ex novia, Oliva.
“Diego había hablado con Tinelli a quien le mandó un mensaje que le dice que vio a Rocío en ‘Polémica en el bar”, si podía hacer algo para que la echen, pero no por maldad sino para que vuelva a él. Él estaba obsesionado con Rocío, siempre. Ese fue el detonante”, comentó.
Recordó que tuvo injerencia en un chequeo que se le hizo en la clínica Ipensa de la Plata, porque llamó al médico Luque para contarle que Diego “no andaba bien”, porque lo vio a “hablando por teléfono con la mano”.
Sobre la operación del hematoma subdural a la que fue sometido en la Clínica Olivos, recordó que “Diego le quiso pegar a los médicos cuando le querían hacer una tomografía” y que Luque y uno de los médicos «casi se agarran a trompadas en la puerta de la habitación”.
Consultado por la casa alquilada en el barrio San Andrés de Tigre para la internación domiciliaria y donde falleció el «10», Pomargo explicó que en una reunión con la familia y los médicos se acordó que era “para pasar la abstinencia” al alcohol, y que “la elección fue de Diego, Gianinna y Jana”, aunque aclaró que la idea era que fuera por un corto plazo, ya que en diciembre él esperaba poder conseguir una casa en mejores condiciones en “Castores”, uno de los barrios privados de Nordelta.
“Diego a las hijas, creo que a Gianinna, le dijo ‘yo ya sé que la cocaína me hizo mal, ahora sé que es el alcohol, lo voy a dejar, se lo transmitió a ella», recordó el ex secretario del “10”.
Además, dijo que en alguna oportunidad se “enojó” con Cosachov y el psicólogo Carlos Díaz -también imputado-, porque les decía que fueran a verlo “para reactivarlo” cuando Diego se tiraba en la cama.
Pomargo contó que en esos días Maradona decía: “No quiero ver a nadie porque me quieren internar otra vez. Si se van los médicos, me levanto”.
A preguntas de los fiscales, Pomargo reconoció que esos últimos días lo vio a Maradona “hinchado”, uno de los signos del edema y los problemas cardíacos que le causaron la muerte.
Al respecto, dijo que le preguntó a otra de las imputadas, la enfermera Dahiana Gisela Madrid, si era por la medicación, y si ella podía consultar, pero que les decían que “era porque estaba mucho acostado”.
Al exhibírsele uno de los chats incorporados a la causa de sus comunicaciones con Luque, también admitió que le advirtió este tema al neurocirujano “el día 17”, es decir ocho días antes del deceso.
Pomargo también aseguró que fue decisión del propio Maradona haber echado a acompañantes terapéuticos y médicos de la prepaga que lo visitaron en la casa de Tigre por distintos altercados que tuvo con ellos y que en ambo casos fue porque le hablaban de fútbol.
“Después Diego dice que había venido de cholulo. Porque uno de los médicos había ido con una remera de fútbol y le hablaba. A Diego le molestaba eso”, contó.
Sobre la ingesta de alcohol, en la etapa previa en la que Maradona vivía en Brandsen, ambos coincidieron en que era el propio Diego el que mandaba a comprar o recibía como obsequios vino o botellas de cerveza de la marca “Corona”.
“La ingesta de alcohol se daba cuando Diego Maradona quería”, dijo Espósito sobre el punto, aunque aclaró que en la casa de Tigre “no tomó, cien por ciento que no”.
Y sobre el consumo de marihuana en Brandsen, Pomargo aclaró: «Eran los dichos de todos pero no me consta porque nunca lo vi”.