«El proyecto Nanum promueve el acceso a la conectividad no como un fin en sí mismo, sino como una herramienta para acelerar el desarrollo económico en la región, para fortalecer el proceso de adaptación al cambio climático y para dinamizar el acceso a la innovación en el Gran Chaco», dijo Florencia Iacopetti, coordinadora general del proyecto Nanum- Mujeres Conectadas.
Bajo el nombre de Nanum-Mujeres Conectadas, una iniciativa apunta a conectar a internet a 40 comunidades rurales indígenas y criollas del Gran Chaco Americano, y alcanzar al menos 5.000 conexiones de internet domiciliario, además de ofrecer un plan integral de formación en herramientas digitales, inclusión financiera y acceso a información climática en tiempo real.
En rincones del Gran Chaco Americano, donde los efectos del cambio climático impactan con sequías e inundaciones, las dificultades para acceder a internet generan aislamiento y la apropiación estratégica de herramientas digitales y financieras aún no se despliega, un grupo de mujeres se organizó para hacer frente a estas problemáticas y potenciar el desarrollo productivo y social de la región.
«Para nosotras, las artesanas, el programa es muy importante porque nos permite conectarnos a través del celular o computadora. Así podemos mostrar nuestros productos, hablar con personas que viven lejos, de otras comunidades y de otros países, y contar lo que estamos haciendo», remarcó desde Formosa a Télam-Confiar Norma Rodríguez, presidenta de la Cooperativa de Mujeres Artesanas.
El proyecto tiene varios pilares. pero uno de ellos es dirigirse a las mujeres: «Los programas de conectividad y capacitación liderados por mujeres tienen un poder potenciador extra. Ellas participan activamente en la producción de capital no sólo económico, sino social, ambiental y ético en el mismo territorio donde residen», explicó a Télam Gloria Viotti, coordinadora Eje Educación y TIC de la organización Red Mujeres Rurales.
«Esa mirada local, les posibilita tener empatía con las necesidades de sus congéneres y otros grupos vulnerables, reconociendo en primera persona las necesidades que potenciarán el desarrollo local», completó.
Esta es una de las piezas de Nanum, un proyecto trinacional que se implementa en Argentina, Bolivia y Paraguay (el Gran Chaco Americano), financiado por el Laboratorio de Innovación del Grupo BID-BID Lab y ejecutado por la Fundación Avina en coordinación con Fundación Gran Chaco en el país.
«El proyecto Nanum promueve el acceso a la conectividad no como un fin en sí mismo, sino como una herramienta para acelerar el desarrollo económico en la región, para fortalecer el proceso de adaptación al cambio climático y para dinamizar el acceso a la innovación en el Gran Chaco», remarcó a Télam Florencia Iacopetti, coordinadora general del proyecto Nanum- Mujeres Conectadas.
Lleva más de ocho años y tuvo algunas transformaciones, resumió Iacopietti: «En la primera etapa, el modelo de conectividad era comunitario porque la gente tenía que trasladarse a los centros Nanum para acceder a Internet. Ahora la intención es llegar a los domicilios».
Por otro lado, destacó, «la conectividad anteriormente la prestaba un prestatario privado, mientras que ahora lo hacen las mismas mujeres que se organizan en torno a pequeñas empresas sociales que proveen el servicio de internet a sus comunidades».
Además, en el modelo anterior «la conectividad se prestaba a través de la fibra óptica y ahora es inalámbrica», completó.
El pilar de formación del proyecto se orienta no sólo a desarrollar habilidades digitales en las mujeres que lideran los centros Nanum, sino también a un «proceso de apropiación estratégica», remarcó Iacopetti. Es decir, «que las mujeres puedan encontrar en las herramientas digitales un medio para potenciar sus emprendimientos».
«Por ejemplo, en el caso de las comunidades indígenas, siendo el desarrollo de artesanías la principal actividad de las mujeres, que puedan encontrar en las herramientas digitales un recurso más para hacer crecer su negocio: vender sus productos a nuevos mercados, mejorar sus líneas de comercialización, comunicarse con los negocios en Buenos Aires, gestionar o administrar los ingresos que genera la venta de sus artesanías, desarrollar un sitio web, tener un perfil en Facebook, comunicarse con otras mujeres artesanas que estén en otras comunidades y coordinarse para generar una venta colectiva», detalló.
En conjunto con esta formación, mencionó, «la idea también es que las mujeres puedan convertirse en sujetos de crédito y acceder a oportunidades de crédito, y utilizar herramientas de e-commerce y billeteras digitales».
En el marco de este proyecto, la organización sin fines de lucro Wingu está trabajando con la Cooperativa de Mujeres Artesanas del Gran Chaco Argentino (Comar), para crear una plataforma que integre los distintos niveles de producción.
A partir de la conectividad, el proyecto también apunta a que los habitantes «accedan a información climática para poder reducir los efectos negativos del cambio climático sobre sus sistemas productivos», comentó a Télam Fabiana Menna, presidenta de la Fundación Gran Chaco.
La región del Gran Chaco Americano ocupa más de 1.000.000 km2 distribuidos en Argentina, Bolivia, Paraguay y una pequeña porción de Brasil, más del 60% está en territorio argentino. Está habitado por más de 7,5 millones de personas y se prevé que en las próximas tres décadas, el impacto del cambio climático afectará a toda la región.
«La región está especialmente expuesta a los efectos del cambio climático y en los últimos años sufrió una enorme variabilidad climática y una gran cantidad de eventos climáticos, tanto sequías como inundaciones que están afectando muchísimo a sus pobladores», agregó Iacopetti.
Entonces, explicó, «la conectividad también es fundamental porque le permite a los habitantes acceder en tiempo real a la información climática, prepararse mejor para los eventos climáticos, evitar pérdidas económicas e incluso salvar vidas».
Un ejemplo concreto es que en el marco de este trabajo se desarrolló un sistema de alerta temprana que está gestionado por los propios pequeños productores de la región en la cuenca del río Pilcomayo, citó.
Es un sistema que les permite acceder y compartir información climática para alertar sobre la crecida y bajadas del río, y las alteraciones del régimen de lluvia, para que se puedan organizar mejor y prepararse para cualquier evento climático.