Sobre el cierre, Mazzanti cayó en el área xeneize y Mastrángelo cortó la jugada, que podía terminar en gol, para cobrar la pena máxima. Luego se diluyó por la revisión, que cambió el fallo del referí e hizo estallar a todo el Globo..
Las estadísticas dirán que Huracán y Boca empataron 0-0 pero, en la noche del Ducó, pocos podrían imaginar cuán reñido resultó el desarrollo. De fútbol, poquito y nada, pero las peleas, roces, enojos, empujones, quejas, polémicas y errores invadieron el campo de juego y hasta las tribunas.
Ya venía caliente la noche desde temprano, cuando una pelea entre los plateístas y el banco de Boca escaló de más y llevó al árbitro Hernán Mastrángelo a dos interrupciones de varios minutos en la acción.
Justamente, el juez no dio la talla en más de un pasaje del partido para apaciguar a los protagonistas e impartir una justicia capaz de calmar aguas, lo que sobre el final ganó peso propio: se equivocó y se corrigió, pero una decisión suya le abrió la puerta a un interminable reclamo local.
Corría el minuto 45 cuando Walter Mazzanti quedó mano a mano con Sergio Romero: se le escapó a Marcelo Saracchi, que llegó a rozarle la espalda con el brazo, al querer eludir a Chiquito le pisó la pierna, se cayó y tocó la pelota con el brazo.
Como era de esperar, el VAR llamó al juez y éste notó que, a falta de infracciones, no había argumentos para sostener su decisión inicial, pero la desprolijidad recayó en no permitir que finalizara la jugada, más allá de que a la hora de la revisión era anulable desde el momento en que Mazzanti pisó a Romero, o por lo menos desde que acomodó la pelota con la mano.
En una velada en llamas, el episodio valió para que los reclamos se intensificaran hasta el final, donde para colmo el juez -más allá de que reglamentariamente es correcto- terminó el partido con un córner a favor del local. Ya en el primer tiempo, había adicionado una exigua cantidad de minutos en relación con los perdidos por los incidentes con la platea.
En un trámite delicado que ameritaba precisión quirúrgica a la hora de dirigirlo, Mastrángelo logró la difícil ecuación de no incidir en el resultado pero fogonoearlo de todas formas con detalles de forma. En el cierre, hubo extensas discusiones entre los protagonistas y hasta una efusiva charla entre Frank Darío Kudelka y Fernando Gago.
En los vestuarios siguió la pelea de Huracán con Mastrángelo
Kudelka, dirigentes y jugadores se dirigieron luego al vestuario de los jueces en el Ducó y continuaron los empujones, corridas y reproches, con personal de seguridad de por medio y mucho nerviosismo. Final caliente y para el olvido.