La reunión del jefe de estado ruso junto con su máximo aliado en la región, aviva los temores ucranianos sobre una nueva ofensiva terrestre hacia Kiev desde la frontera norte.
El presidente ruso, Vladimir Putin, realizó hoy un inusual viaje fuera de Rusia para visitar a su par de Bielorrusia mientras las fuerzas de su país continúan con su campaña de bombardeos de Kiev y otras ciudades ucranianas luego de varias semanas de relativo estancamiento de las operaciones terrestres en Ucrania.
La reunión de Putin con el presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, en la ciudad de Minsk alimentó las advertencias ucranianas sobre la posible participación bielorrusa en el conflicto bélico.
El viaje llegó horas después de que una ola de ataques rusos con drones se abatiera sobre Kiev, golpeando las infraestructuras críticas de la capital ucraniana y agravando la crisis energética desatada por la guerra y la imposibilidad de acceder a calefacción en medio del crudo invierno.
Los resquemores de Ucrania sobre Bielorrusia, con la que limita por el norte, no se calmaron con las primeras declaraciones de Lukashenko luego de su encuentro con Putin, transmitidas por la televisión rusa. «Rusia y Bielorrusia están abiertos al diálogo con otros Estados, incluyendo los europeos», dijo Lukashenko, pero llamó a los países occidentales a «escuchar la voz de la razón» y abogó por una colaboración más estrecha con Moscú, en vista de los «tiempos difíciles».
Putin se refirió a temas de cooperación económica entre los dos países, antes de que la retransmisión fuera interrumpida, reportó la agencia de noticias AFP.
La cumbre entre ambos líderes se produce en un momento en el que las autoridades ucranianas temen que Rusia lance una nueva ofensiva a gran escala contra Kiev en los primeros meses de 2023.
Ucrania teme que una operación de este tipo use como plataforma de entrada Bielorrusia, como ocurrió al inicio de la invasión, el 24 de febrero de este año.
El ejército ruso alimentó los temores al anunciar hoy que participaría en acciones «tácticas» en Bielorrusia, después de que, en octubre, Bierlorrusia anunció la creación de una fuerza conjunta con Rusia conformada por miles de soldados.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, desmintió que el presidente ruso viajara a Bielorrusia para convencer a Minsk de involucrarse directamente en el conflicto en Ucrania, calificando estas acusaciones como «estúpidas» y «sin fundamentos».
Desde las primeras horas de anoche la capital ucraniana sufrió una serie de ataques con drones rusos. «Durante la alerta aérea, se registraron 23 VANT (vehículo aéreo no tripulado) enemigos en el cielo de la capital. La defensa aérea destruyó 18 drones», declaró la administración militar de la Kiev en las redes sociales. Las autoridades locales informaron que varias «infraestructuras y casas» fueron dañadas y que al menos tres personas resultaron heridas.
Tras los ataques, el operador ucraniano de energía Ukrenergo informó que va a imponer cortes en Kiev y en otras diez regiones por la situación «difícil» de la red.
Por su parte, Moscú informó que derribó cuatro misiles de fabricación estadounidense HARM que sobrevolaban el espacio aéreo de la región rusa de Belgorod.
Además, el Kremlin anunció que varios de sus buques de guerra participarán a partir de esta semana en unos ejercicios conjuntos con la Marina de China, una muestra más de acercamiento entre Moscú y Beijing frente a los países occidentales.
Ucrania dice que la estrategia de Rusia, luego de varios reveses militares en los últimos meses, es bombardear de manera masiva las centrales e infraestructuras eléctricas del país, dejando a millones de ucranianos sin luz ni agua en pleno invierno.
Francia y la Unión Europea (UE) han dicho que los ataques rusos contra la infraestructura civil constituyen crímenes de guerra, y el jefe de la diplomacia de la UE los calificó como «bárbaros».
Sin embargo, el Ministerio de Defensa ruso asegura que sus ataques buscan apuntar a las fuerzas armadas ucranianas e instalaciones energéticas, así como interrumpir «la transferencia de armas y municiones de fabricación extranjera».
En este escenario el primer ministro británico, Rishi Sunak, anunció el lunes que su país va a mantener en 2023 la partida de ayuda militar para Ucrania. No obstante, esta ayuda, hoy la preocupación del Gobierno de Ucrania pasa por la visita de Putin a Lukashenko.
Durante su alocución diaria, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski insistió en que «la protección de la frontera con Rusia y Bielorrusia» es una «prioridad constante». «Nos preparamos para todos los escenarios posibles», señaló.
El escenario no alienta las miradas optimistas sobre que haya negociaciones entre Rusia y Ucrania en el corto plazo, según el secretario general de la ONU, António Guterres. «No soy optimista en cuanto a la posibilidad de sostener eficaces negociaciones de paz en el futuro próximo. Creo que la confrontación militar continuará y que deberemos esperar el momento en que sean posibles unas negociaciones serias», dijo, citado por la agencia de noticias rusa Sputnik.
No obstante, Guterres dijo que tiene esperanza de que la paz pueda lograrse en Ucrania en 2023.