Quién era «El Filipino», el asesino serial más temido de Mendoza: «Se ganaba tu confianza y te mataba a sangre fría»

El hombre de 35 años pasó a la historia por ser el mayor criminal de la provincia de Mendoza. Por su aspecto de persona en situación de calle, se ganaba la confianza de sus víctimas para acabar con sus vidas y quedarse con sus pertenencias.

El asesino serial de Mendoza, más conocido como «El Filipino», es considerado como el primer criminal de magnitud de la región. Se trata de Marcelo Fabián Gómez, quien recibió la pena de 30 años de cárcel por la culpabilidad al encontrarlo culpable, hasta este entonces, de dos crímenes, siendo sus víctimas preferidas las personas mayores de edad.

El hombre en cuestión simpatizaba con sus víctimas entrando en confianza sigilosamente, para después cometer los actos de aberración. El asesino aparentaba una persona indefensa en situación de calle, demostrando humildad en su personalidad. Sin embargo, tal «cualidad» la aprovechaba para atacar a sus víctimas y quedarse con su dinero o pertenencias de valor.

El primer asesinato lo cometió en 2009, asesinando a un peluquero llamado Elio Scarban, propinándole una cantidad considerada de puñaladas que acabó con su vida. Sin embargo, su muerte no sería en vano, ya que más adelante cumpliría un rol clave en la investigación.

La segunda víctima no tardaría en llegar. Se trata de Alcides Suárez, un vendedor de chipá con quien compartió momentos juntos tomando bebida alcohólica, afianzando la amistad en ese momento. Tanto es así que el criminal le alquilaba una pieza en la localidad mendocina de Las Flores. El fatídico 13 de febrero de 2010, «El Filipino» lo atacó luego de compartir una juntada como las que solían tener. En esta oportunidad, le deterioró la cabeza a golpes de puño y se la partió con un objeto pesado, para luego envolverlo arrojarlo a un pozo de agua.

Otro acontecimiento brutal sucedió el mismo año de la muerte del vendedor de chipá, esta vez, con un femicidio. Resulta que un canillita de la zona encontró el cuerpo de la víctima de 75 años, cuando no atendía a su llamado de la puerta, por lo que ingresó con las llaves que la propia dueña de la casa le dio. Allí la encontró tirada sobre un charco de sangre, a lo que rápidamente llamó a la policía.

La autopsia indicó que no murió por causas naturales, sino que el cuerpo presentaba golpes en la cabeza y múltiples fracturas de costillas. Lo cierto es que por este caso no fue encarcelado, ya que la justicia no encontró pruebas concretas para relacionarlo con el hecho.

Un nuevo asesinato volvería a cometer, en este caso en la localidad mendocina de Loreto, también en el 2010. La víctima se llamaba Anastasio Dos Santos, un hombre que se convirtió en un amigo especial de Gómez, al punto que le había creado un apodo para llamarlo: el «sobrino». El cuerpo del difunto fue encontrado en un terreno donde cosechaban mandioca, con graves golpes en su cabeza. Lo particular del hecho es que «El Filipino» había dejado su documento en el techo de la casa del difunto, lo cual despertó una pista para la policía que seguían su rastro.

Sumado a la identificación encontrada en la casa de Dos Santos, también surgió otro dato clave que significaría la caída del asesino. Una de sus víctimas, el peluquero Elio Scarban, alcanzó a caminar agonizando hasta la casa del frente de su vivienda de la zona de Colonia Guaraní, donde alertó por un tal “Manduricio”, quien resultó ser otro de los apodos que Gómez tenía, junto con “Pelado” y ”El Camaleón”, además de los anteriormente mencionados.

El Filipino reconoció al menos dos de sus crímenes y, por tal motivo, la Justicia mendocina lo condenó a 30 años de prisión acumulando los dos homicidios en donde se lo encontró culpable. En primera instancia, Tribunal Penal número 1 solicitó la pena de 19 años por el crimen del vendedor de chipá, Alcides Suárez.

Por otro lado, los jueces de la causa, Martín Errecaborde, Ángel De Jesús Cardozo y Eduardo D´Orsaneo, sumaron a la antigua condena la pena de 11 años más por el asesinato del peluquero.