Quién es Esteban Lindor Alvarado, el narco apuntado por el homicidio del testigo reservado y el principal rival de “Guille” Cantero

Al igual que el líder de Los Monos, está preso en Marcos Paz, desde donde sigue dando órdenes a los integrantes de su organización. Cómo fue la detención de los presuntos sicarios.

Un mes y medio atrás, Esteban Lindor Alvarado estaba alojado en la prisión de Piñero, en Rosario, pero una fuga cinematográfica impulsó su traslado a la cárcel de Marcos Paz, bajo la órbita del Servicio Penitenciario Federal (SPF). Se trata de la misma unidad en la que está encerrado Ariel Máximo “Guille” Cantero, el líder de Los Monos y su principal rival en materia narco.

Ambos jefes -que se caracterizan por dirimir diferencias plantando pruebas “truchas” para culparse entre sí en diferentes hechos, con la ayuda de policías cómplices- tienen a su merced pabellones enteros en las cárceles. Ellos mandan. Una situación que se conoce intramuros y que genera indignación entre funcionarios judiciales y agentes policiales dedicados a perseguir el crimen organizado.

El teléfono de línea encontrado en la celda de Cantero no hizo más que reforzar esa teoría aunque María Laura Garrigós de Rébori, interventora del SPF, organismo que depende del Ministerio de Justicia, haya justificado la presencia del aparato como parte de los derechos del interno. Días atrás, hubo otro allanamiento: el teléfono había vuelto, pese a la oposición de los miembros del Ministerio Público de la Acusación (MPA) de Rosario.

A Alvarado no se le encontró ningún elemento polémico en la prisión, pero por estas horas se lo señala como el instigador del homicidio de Carlos Héctor Argüelles, un ex socio arrepentido que había decidido declarar contra el narco, a cambio de acordar una condena en un juicio abreviado por un homicidio.

Fuentes del caso indicaron que las personas que ejecutaron a Argüelles frente a su familia, se bajaron de un auto y le pidieron un presupuesto para arreglar la chapa. Le dispararon y escaparon, pero no fueron muy lejos: la Policía de Santa Fe los detuvo a unas 40 cuadras, en La Tablada, el barrio que fue en el pasado de total dominio de Los Monos y en el que ahora conviven varias organizaciones narcocriminales.

Los apresados son Maximiliano Morel, Lautaro Arena, Aldana Peral y Rodrigo Varela. Fueron interceptados cuando circulaban en un VW Fox rojo, sobre la calle Chacabuco y Villar. Llevaban una bomba molotov.

Los agentes y los fiscales de Homicidios Dolosos, Matías Edery y Luis Scchiapa Pietra, esperan ahora los resultados del dermotest, un estudio que detecta pólvora en manos. Secuestraron motos y celulares. El arma homicida no la encontraron.

El vehículo en el que se trasladaban los presuntos asesinos de Argüelles.

El de Argüelles se suma a la ola de crímenes que padece en los últimos meses la ciudad santafesina. En lo que va del año, hubo una suba del 9% por ciento de homicidios con respecto al mismo periodo de 2020, indicaron fuentes de Seguridad. La mayoría de los asesinatos están ligados al narcotráfico y a la pelea entre bandas.

Alvarado tiene antecedentes por robo de autos y está procesado por narcotráfico. La Justicia Federal comenzará a juzgarlo en septiembre por el envío de 500 kilos de marihuana a General Roca, Río Negro. La causa, en la que colaboró la Procunar a cargo de Diego Iglesias, develó una elaborada estructura de sociedades detrás de la organización narco, con prestanombres y testaferros.

Edery y Scchiapa Pietra lo consideran jefe de una asociación ilícita que llevó adelante atentados al edificio de los Tribunales provinciales, del Centro de Justicia Penal, al ataque a la casa de una integrante del Ministerio Público de la Acusación, los homicidios del prestamista Lucio Maldonado, de Cristian Enrique y de Cristian Beliz. También sostienen su responsabilidad en el triple crimen de Granadero Baigorria. Piden prisión perpetua para el líder.

Alvarado, un especialista en robo de vehículos, se asoció a Argüelles, un reconocido chapista de Rosario dedicado a “emponchar” autos (cambiar la numeración), incluso, avionetas. En algún momento, ingresó al mundo del narcotráfico y su poder creció de forma exponencial abasteciendo de cocaína en Rosario y alrededores. Los homicidios que se le adjudican comenzaron por la pelea con Los Monos por el control del territorio.

Fuentes del caso indicaron que al mecánico no le gustó nada verse implicado en crímenes. Se abrió y decidió declarar contra su exjefe. Terminó muerto. Creen que la orden salió de la cárcel de Piñero, donde permanece alojado Mauricio Laferrara, el brazo armado de Alvarado.