Ucrania vivió este domingo la mayor ofensiva aérea desde el inicio de la guerra, en febrero de 2022. Rusia lanzó más de 800 drones y 13 misiles contra distintas regiones del país, dejando un saldo de al menos cinco personas muertas, más de veinte heridos y un incendio en la sede del gobierno en Kiev.
El ataque contra el complejo donde funciona el Consejo de Ministros en la capital ucraniana es el primero de este tipo en tres años y medio de conflicto. El fuego afectó el techo y los pisos superiores del edificio, según confirmó la primera ministra, Yulia Sviridenko. “Restauraremos los edificios, pero no podemos recuperar las vidas perdidas. El enemigo aterroriza y mata a nuestra gente todos los días”, escribió en sus redes sociales.
Entre las víctimas fatales se encuentran una madre y su bebé de apenas dos meses, alcanzados por los escombros de un edificio residencial de nueve plantas en el oeste de Kiev. Además, más de veinte personas resultaron heridas, entre ellas una mujer embarazada que tuvo un parto prematuro y se encuentra en estado crítico junto a su hijo.
Las autoridades confirmaron otras muertes en distintas regiones: una mujer en Zaporiyia, otra víctima en Sumi —fronteriza con Rusia— y una más en Dnipropetrovsk, en el centro del país.
El presidente ucraniano Volodimir Zelenski denunció que la arremetida busca prolongar la guerra. “Estas matanzas, cuando la diplomacia real podría haber comenzado hace mucho tiempo, son un crimen deliberado y una prolongación del conflicto”, sostuvo.
Tras el ataque, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, advirtió que está dispuesto a imponer nuevas sanciones a Moscú. “Sí, lo estoy”, respondió cuando le consultaron al respecto, aunque evitó dar detalles.
Las fuerzas rusas mantienen ocupada aproximadamente el 20% del territorio ucraniano, y este ataque refuerza la tensión en un conflicto que ya lleva más de tres años y medio sin vislumbrar una salida diplomática.