POR LUIS DARÍO MOLODEZKY
Hay momentos en la vida que uno entra en el túnel del tiempo con mucha facilidad. Y meterse cuarenta años atrás, es retrotraernos a un 13 de febrero de 1966. Además, hay acontecimientos en la vida que quedan grabados a fuego, y este sin duda la fue.
Tenía solo 12 años, y debo confesarlo, ya era un fanático del deporte. Dormía con la radio, escuchaba todo lo que se decía en la materia, y leía todo lo que pudiera llegar a mis manos, que claro está, no era tanto como en esta época.
Sin embargo las páginas deportivas del desaparecido diario El Territorio las devoraba, esperaba en el quiosco El Gráfico que llegaba los jueves, y todo cuanto podía servir para estar informado. Así un día me enteré que llegaba el famoso Santos de Pelé a la Argentina, pero con un aditamento singular, uno de los partidos a disputar era en Resistencia.
Vecino de la calle General Obligado y San Lorenzo, mis escapadas al fútbol eran a las canchas que For Ever (actual Plaza España) y Central Norte (Escuela de Comercio), que estaban ahí. Pero ese famoso partido entre Sarmiento y el Santos, se jugaría en Villa Alta, que quedaba lejos, lejos… Claro, el que esta leyendo esbozará una sonrisa, porque hoy no es distancia. Sin embargo para la época y para un gurrumín, no era poca cosa.
Después había que conseguir el permiso, porque mi viejo no era afecto a los deportes, más allá de su simpatía por Boca o ir a ver algún partido final de Italo Argentino, presionado por su amigo Vesconi.
Al permiso lo conseguí, pero el tema era con quien ir. En aquellos años había “buenos vecinos”, y uno de ellos era Julio Mazo, quien se comprometió a llevarme y a cuidarme, cosa que cumplió, y hasta se pagó el tradicional churro.
La emoción no se comparaba con nada, ver a Pelé, al Santos. Qué va. Diez días antes ya teníamos la entrada, hasta que llegó el 13 de febrero, qué emoción, creo que la noche anterior no dormí pensando. A las 10 de la mañana con el avío a cuesta nos fuimos allá lejos, a la calle Tucumán al 1.500, creo que se llamaba así si no tenía otro nombre la hoy calle Juan Domingo Perón.
Por supuesto a la popular, allá arriba, en lo más alto que se podía, cuando la popu de Sarmiento estaba repleta. Me asustó ver tanta gente, y que cada vez nos apretábamos más. El partido era para las 17,30 y ya les cuento que vaya a saber por que cosa se retrasó casi una hora.
13 de febrero, en el Chaco y cuarenta años atrás ¡que calor! dicen que por aquellos años 40º era moneda corriente, con mucho menos humedad que ahora, pero ojo, al rayo del sol.
Nada importaba, era la emoción de ver al más grande y al mejor equipo. Pasaron las horas y las dos botellas de agua de un litro rápidamente se agotaron auxiliando a vecinos del tablón, pero que importaba, jugaba el Santos de Pelé, que importaba.
Casi cuando estábamos agotados entraron los brasileros, encabezados por el mismísimo Edson Arantes Do Nascimento. Pero también entró el decano, Sarmiento, con grandes figuras de la época (Panelo, Maglioni, Chazarreta), pero con algunos refuerzos que hacían roncha… (Carballo, Carlos Benítez, Mingo Rotger).
Claro, queríamos ver a los negros pero queríamos que ganen los chaqueños. Y el “Naranja” Maglioni le asestó el golpe impensado a los 10 minutos de empezar el partido. Sarmiento ganaba uno a cero. Del trámite del partido no me acuerdo mucho, solo que la hinchada se venía abajo, y que el gran Pelé solo trotaba por Villa Alta. Es que venía lesionado (sin él no había partido) y agotado de tantos partidos.
Parecía que se venía el gran triunfo chaqueño (al final fue Colón el que le ganó en el Cementerio de los Elefantes), pero el árbitro Guazzardi de la AFA que acompañaba a todos lados, inventó un penal en la oscuridad para Santos.
Claro, el empate no llegaba, habían pasado como 7 minutos de alargue, las sombras ya invadía el campo de juego (eran más de las 20). Alguien quiso encender las torres de iluminación pero las apagaron de inmediato porque los que estaban trepados a la misma, comenzar a caer como pajaritos. Felizmente no pasó nada grave.
Promediando el segundo tiempo hubo un penal para los brasileros que ejecutó Pepe a la derecha de Hugo Carballo (arquero de Regional y un paso de incorporarse a River) que había entrado por Cosme Barrionuevo. El arquero se arrojó y contuvo el remate.
Algunos dicen que el árbitro no lo iba a terminar hasta que el Santos no empate, y parece que fue así. Pasaron como siete minutos cuando Del Vecchio marcó el gol del empate con un cabezazo.
Santos no debía perder y no perdió. Los chaqueños que estuvieron a punto de ser noticia mundial, igual estaban felices por el empate. Que va, le empataron al Santos.
Y ojo, que yo vi ese partido. Estuve ahí, en el lugar de los acontecimientos. Se lo puedo contar a mis hijos, y nietos.