Con un tobillo dislocado, 17 kilos menos y deshidratación severa. Así hallaron a Jhonatan Acosta en la selva amazónica tras estar perdido durante 31 días.
El boliviano de 30 años salió de cacería con sus amigos el pasado 25 de enero y, al internarse en las profundidades del bosque, se separó del grupo y ya no volvieron a verlo.
Lo reportaron como desaparecido y comenzó una búsqueda en la que trabajaron brigadas de la policía, voluntarios de Cochabamba, Santa Cruz y otros departamentos del país.
Mientras, Acosta tuvo que ingeniárselas para sobrevivir. «Comía gusanos, comía insectos. No tiene idea todo lo que he tenido que pasar», contó a un canal de TV al ser rescatado.
Además, admitió que, durante el mes que estuvo perdido en la selva, recogía agua de lluvia en sus botas de goma para beber, pero que cuando el agua se agotó tuvo que consumir su propia orina.
Según relató, pasó muchas noches despierto y caminó muchos kilómetros con la esperanza de encontrar a alguien, aunque se dio cuenta que estaba yendo en círculos.
Tuvo peligrosos encuentros con con animales salvajes, incluido un yaguareté. Sufrió picaduras de gran cantidad de bichos.
Cuando lo hallaron, Jhonatan estaba desorientado, sucio y pidió agua de inmediatoa.
«Ya tengo ánimo de sonreír. Ya me creo que esto es una realidad, ya no es un sueño», dijo Acosta emocionado y añadió: «Agradezco demasiado a Dios, porque me ha vuelto a dar una nueva vida».
Aunque piensa reincorporarse al trabajo en algún momento, aseguró que su prioridad por el momento es mejorar su estado de salud, rodeado de sus familiares.
Mientras tanto, según su hermano, no piensa en volver a cazar y se dedicará a tocar canciones religiosas con su guitarra.