El dueño de un perro que hizo caer de la moto a un vecino de Choele Choel fue condenado a pagar $32.619.347,40 como indemnización por daños y perjuicios. La Justicia de Río Negro consideró que el accidente le provocó varias secuelas, lo incapacitó para trabajar por un tiempo y lo afectó psicológicamente.
El fallo fue emitido el jueves por el Juzgado Civil, Comercial y de Sucesiones N°31, a cargo de la magistrada Natalia Costanzo. El demandado podría apelar esta decisión, por lo que la condena aún no está firme.
Todo ocurrió a las 19 del 22 de diciembre del 2022 sobre calle Avellaneda al 540. El joven de 26 años relató que iba a bordo de su moto Guerrera Tundra 2000, cuando de repente salió un perro de raza Dogo de una casa y lo embistió. Como consecuencia del ataque, se cayó al piso y tuvo que ser trasladado al hospital local.
El parte médico indicó que la víctima sufrió una fractura de radio y cúbito en el antebrazo izquierdo, por lo que fue enyesado y tuvo que ser operado tres meses después en el Hospital de General Roca. En el documento al que accedió TN, señalan que le colocaron dos placas y 6 clavos de osteosíntesis.
El intento de defensa del dueño del perro: “No es mío”
El acusado rechazó cualquier responsabilidad. Alegó que no tenía propiedades en Choele Choel, sino en Lamarque, y que no tenía ninguna mascota. También intentó desvirtuar el relato del motociclista y dijo que no había pruebas suficientes, como un relevamiento policial o pericial, que confirmaran los hechos tal como los describía la víctima.
Sin embargo, al evaluar las pruebas presentadas, la jueza Costanzo consideró que no cabía duda de que el demandado era el dueño del perro. Las fotos que encontró el motociclista en las redes sociales, que lo mostraban junto al animal, fueron confirmadas por varios testigos, incluidos empleados de comercios de la zona.
Pero lo más importante fue la declaración de una vecina, que resultó clave: la mujer, que le había alquilado la propiedad al acusado, afirmó que el hombre vivió allí entre 2020 y 2021 y que, frecuentemente, paseaba a su perro Dogo, un animal de gran tamaño y color blanco.
Daños psicológicos y físicos
El joven demandó al dueño del Dogo por haberle causado un daño severo y declaró que, debido a la lesión, “sufrió mucho dolor y disminución de movilidad y perdida de funcionalidad del brazo”. Dijo además que él trabajaba como operario de mantenimiento en una empresa exportadora de frutas, pero no ir por casi un año por el accidente.
La causa empezó a investigarse en marzo del 2022, a través del Juzgado Civil, comercial y de Sucesiones de Choele Choel. La jueza ordenó que se le hagan pericias psiquiátricas al denunciante. El informe indicó que el joven presentó “algunos temores a posteriori del hecho de autos, compatibles con un cuadro de estrés agudo, el cual ha remitido al cabo de un tiempo, así como algunas molestias físicas reactivas al accidente”.
Sobre la recuperación que tuvo que afrontar, él reconoció haber estado todo ese tiempo “bajoneado porque estaba haciendo la temporada” en su entonces trabajo, que era lo que me permitía sustentarse todo el año. También contó que lo desanimaba ir al río y no poder meterse, ni poder tocar la guitarra, ni andar en moto.
El denunciante contó que lo tenían que ayudar a comer y a cortarse la carne, porque no podía sostener bien el tenedor, que su madre fue la encargada de darle los cuidados que requería en este periodo de curación. Refirió también sentir que “tenía menos músculo” y que le dolía la muñeca cuando hacía movimientos “raros”.
El joven dijo que durante ese tiempo se volvió “más sedentario” porque no podía realizar ninguna actividad, y que debido a eso había subido 10 kg, que pudo retomar luego el gimnasio, pero que “le cuesta un poco más”.
Sobre relaciones, contó que sus amigos lo acompañaron durante el proceso de recuperación, pero que justo le pasó en verano y que siempre solían juntarse en el río. “Me molestaba no poder meterme al agua, pero igual iba porque tenía ganas de verlos”, contó.
Cuando le preguntaron sobre el uso de la moto, dijo que le costó al principio volver a utilizarla porque “sentía miedo”. Sin embargo, en la actualidad la usa igualmente, aunque si puede elegir, prefiere otro medio de transporte.
Con todas estas pruebas y las pericias, Costanzo concluyó que el accidente fue causado por la intervención del perro y, por lo tanto, consideró al demandado responsable de los daños. En cuanto a la cifra de la indemnización, la jueza tuvo en cuenta los gastos médicos, los daños físicos sufridos por la víctima, la incapacidad permanente del 20%, así como los perjuicios psicológicos, que requirieron tratamiento especializado.