Es el decimocuarto álbum de la carrera de la banda británica. Contiene ocho canciones en las que Robert Smith reflexiona sobre el paso de la vida y enfrenta su miedo a la muerte.
La banda británica de rock The Cure puso fin a un extenso letargo de 16 años con su nuevo o álbum de estudio, el decimocuarto de su carrera, Songs of A Lost World, un trabajo muy personal y desgarrador que sale a la venta este viernes 1° de noviembre.
Los de Crowley regresan a la primera línea de la música dando un golpe en la mesa con un álbum fiel a su esencia, con ocho canciones en las que su vocalista, Robert Smith, reflexiona sobre el paso de la vida, enfrenta su miedo a la muerte y rompe con las reglas del mercado musical actual.
“Tenemos que hacer un disco más. Tiene que ser el más intenso, triste, dramático y emocional de los que hemos hecho y después simplemente irnos”, dijo el teclista de la banda, Roger O’Donell, en una entrevista con la revista Classic Pop en 2020, donde afirmó que “todo el mundo estará feliz” con este álbum.
Cuatro años más tarde, el resultado es Songs of A Lost World. Y no es un disco apto para todos los públicos, no intenta sumarse a ninguna moda, pero sin duda no decepcionará a los seguidores más acérrimos de The Cure, sobre todo a aquellos que crecieron escuchando su música.
El álbum tiene un color muy oscuro, un sabor intenso y amargo y necesita de tiempo para saborearse correctamente, teniendo en cuenta que algunas canciones superan los 10 minutos de duración.
“Este es el final de cada canción que cantamos. El fuego se redujo a cenizas y las estrellas se apagaron con lágrimas”, dicen los de Crowley en Alone, el tema que inicia el disco y el elegido por Robert Smith, Simon Gallup, Jason Cooper, Roger O´Donnell y Reeves Gabrels como su primer sencillo en 16 años, que salió a la luz el pasado mes de septiembre.
Songs of A Lost World también se destaca por su calidad instrumental, con una atmósfera a base de pianos, guitarras, violines y sintetizadores que envuelve y mantiene en vilo hasta el momento en el que la voz de Smith hace su aparición en cada uno de los ocho temas.
“Prométeme que estarás conmigo en el final, di que estaremos juntos y sin remordimientos”, canta en And Nothing Is Forever, mientras que en A Fragile Thing asegura que “no hay nada que puedas hacer para cambiar el final” mientras pone banda sonora a la fragilidad del amor.
Este álbum suena a despedida y podría ser también el último de la carrera profesional de The Cure, como pronosticaba O´Donnell, pero sin duda es una retrospectiva vital, porque Smith mira atrás en All I Ever Am y confiesa que ha perdido toda su vida reflexionando sobre el tiempo y los recuerdos.
Como no podía ser de otra forma, End Song cierra el disco con unas estrofas que son a la vez viscerales y nostálgicas, donde Smith, a sus 65 años, se pregunta en qué momento ese niño con ganas de comerse el mundo ha envejecido tanto y qué le deparará la última etapa de su vida.