Hace unos días se dio a conocer un documental con el testimonio de Lorenza Fia, madre de Laura Ferrari, una estudiante de la Universidad de Belgrano asesinada en por un coche bomba en la puerta del establecimiento en 1975. En el video, también habla un montonero arrepentido, que se reunió con Lorenza y le pidió perdón.
El documental del Senado TV comienza en Zabala 1837, en la puerta de la Universidad de Belgrano (UB) donde estudiaba Laura Ferrari, una joven de 18 años que en 1975 empezó la carrera de Ciencias Económicas. Allí fue asesinada en un atentado realizado por la organización terrorista Montoneros.
Laura era buena estudiante y buena compañera. «Mi casa siempre estaba completa de chicos estudiando cuando tenía que dar algún examen», recuerda Lorenza, italiana de 95 años, sentada en el living de su casa, rodeada de fotos y recuerdos de Laura.
En la mañana del 8 de septiembre de 1975 Laura se fue en su auto a rendir un examen a la universidad. Antes de salir, le dijo a su madre: «Mamá, deseame suerte». «In bocca al lupo», le respondió su mamá, un modismo italiano utilizado originalmente en la ópera y el teatro para desearle buena suerte a un intérprete antes de su actuación.
Pero el profesor que tenía que tomarle la prueba faltó, «entonces los chicos salieron a la espera de volver a otra clase. Laura estaba sentada con otro compañero en el coche esperando la hora de reingresar a la universidad cuando explotó la bomba. La carga explosiva tuvo un alcance de más de 50 metros», relata Lorenza, a quien una compañera de Laura la llamó y le avisó que su hija estaba en el hospital porque una bomba le había lastimado una pierna.
«Hermana, se nos fue»
A Laura la sacaron del coche con la cabeza destrozada. La llevaron al Hospital Militar junto a Margarita, su amiga y compañera, que estaba al lado de ella, y resultó herida: un bulón se le incrustó en un pulmón.
Cuando Lorenza llegó al hospital junto a su esposo, se enteró que Laura estaba en el quirófano. Y que fueron varios los chicos heridos, uno de ellos lleva al día de hoy una esquirla en la cabeza. También hirieron a un policía. Y Ernesto Campos, un empleado de la UB que estaba en la puerta, falleció a raíz de las heridas recibidas ese día.
Laura murió tras 4 horas de agonía, mientras intentaban salvarla. Cuando los médicos salieron a hablar con la famlia, Abel, el papá de Laura, abrazó fuerte a Lorenza y le dijo al oido: «Hermana, se nos fue».
Al borde de la locura
«A veces uno piensa en el porvenir y después la mano del hombre te mata todo todas las ilusiones, todo. No había derecho. Si tenés algo contra el rector, resolvélo personalmente, pero no con los inocentes que no tenían idea política en absoluto, ni ella ni nosotros», afirma hoy Lorenza.
Lorenza admite que estuvo al borde de la locura. «Fui al cementerio mañana y tarde casi por un mes. Hasta que un día mi mamá me arrinconó y me dijo: ‘Vos no tenés derecho de hacer lo que estás haciendo. Tenés un marido, tenés un hijo con discapacidad, yendo allí no resolvés nada’. A pesar de mi poca lucidez, me hizo entender que me necesitaban».
Montoneros en la UB
El atentado se lo atribuyeron los Montoneros. «Cuando el coche explotó, tiraron panfletos», recuerda Lorenza.
Enseguida, el documental del Senado TV recurre a la fuente: el fundador y rector de la UB hasta 2021, Avelino Porto, explicó en un video hecho en su propia casa de estudios el origen de la disputa.
«En ese momento dentro de la carrera de Sociología de la universidad había un grupo de estudiantes que se decía ‘montonero’. Todos los días me acosaban en la calle Federico Lacroze, salían a dialogar conmigo hasta que al final un día los invité a entrar, les hablé en la cara y les pregunté qué era lo que querían… Querían conducir la universidad, querían cogobernar. Les dije: ‘Encantado, los espero mañana con los títulos de propiedad de sus padres para hacerse responsables de las cosas buenas y de las cosas malas. Todos vamos a ser responsables, ustedes 9 y yo’. Nunca más aparecieron hasta que pusieron esa bomba».
«Estoy desarmado»
En el invierno de 2021, Lorenza quiso reunirse cara a cara con el ex montonero Luis Labraña, a quien vio en un programa de televisión. Una amiga periodista lo ubicó, le propuso el encuentro, él accedió con la condición de que la periodista estuviera presente y fuera testigo, aunque nunca publicó nada sobre esa reunión íntima, en la casa de Lorenza, a la que todos llegaron con temor. A pesar de que faltaban aún poco más de dos años para que se cumplieran cuatro décadas de democracia ininterrumpida en el país, los peligros seguían latentes.
«Cuando él llegó, me dijo: ‘Estoy desarmado’; yo le respondí: ‘Faltaría más’. Pero tenía razón, porque podía estar armado -él no sabía lo que pasaba- para defenderse de un ataque y yo podría haber estado armada para atacarlo, ¿sí o no?», hace memoria Lorenza.
Labraña la escuchó y luego habló: «Nosotros tuvimos una lucha entre dos bandos y quienes a veces pagaron, fueron los inocentes. Esto no me lo perdono y me siento avergonzado».
«Acá, en mi casa, lo dijo. Acá me dijo: ‘Me siento avergonzado que compañeros lo hayan hecho. Yo nunca fui tirabombas’. Y le creo», cuenta Lorenza, que retuvo en su memoria cada palabra, cada gesto, cada movimiento de Labraña.
Por su parte, Labraña ratifica en el documental: «A mí me da vergüenza haber cometido -digamos- una acción revolucionaria que con el tiempo fracasó. Yo me equivoqué al entrar en eso y creer que eso era lo correcto».
«El caso de Laura es uno de los casos más emblemáticos de la locura, el crimen, el no importarles el ser humano, no importaba si eran estudiantes, si pasaba gente, si había gente trabajando, si pasaban chiquitos con sus padres», enumera Labraña. «Poner una bomba vietnamita frente a la Universidad de Belgrano fue un crimen horrendo», indica hoy, a casi 50 años del atentado, Luis Labraña.
Falta de justicia
«Siempre digo que no tendría que haber un solo desaparecido, un solo torturado. No es la forma de justicia. Sin embargo, tampoco es justo que los que mataron a Laura no estén condenados y por ahí pasan por la calle a mi lado. Tampoco es justo», subraya Lorenza.
Lorenza escribió cartas a todos los presidentes argentinos, pero «ningún gobierno intervino. Tengo mucha tristeza, mucha tristeza», repite y el eco retumba en una habitación en la que conserva un muñeco que alguna vez fue de Laura. Lo mira como si en sus ojos pudiera ver los de su hija.
El consuelo
Un amigo de Laura una vez le regaló un disco con una compilación de temas musicales que hablan de Lauras, interpretados por distintos cantantes en distintos idiomas. «Por ahí lo escucho. Mi consuelo es eso, unas lágrimas y vivo con eso. Ya otra cosa no puedo hacer», concluye Lorenza con los ojos vidriosos, un nudo en la garganta y una profunda pena en el corazón.