La asesina serial había tenido éxito con los crímenes, pero un detalle llamó la atención de los empelados de un banco y eso permitió que la descubrieran.
Venera Obolashvili, más conocida como «la viuda negra de Georgia», mató a dos parejas y a una tía para poder cobrar sus seguros de vida y apoderarse de sus propiedades.
Nacida en 1954 en la antigua Unión Soviética, Obolashvili también fue una estafadora que tuvo tres maridos y tres hijos con cada uno de ellos, además de varios novios a lo largo de su vida. Si bien se recibió de dentista, se estima que nunca ejerció la profesión.
En 1984 falleció su marido Yuri Yurkin, de 43 años, cuando se cayó, supuestamente, de manera accidental de un tren cerca de Tbilisi, pero tras su detención, Obolashvili afirmó que ella lo había empujado para matarlo.
El obetjvo de esta asesina era claro: después del crimen vendió su apartamento por el equivalente a 4.000 dólares.
Al parecer, esta mujer se mantuvo varios años calmada hasta que en 2008 empezó a salir con Anatoli Kalinka, de 52 años.
Según su posterior testimonio, un día lo golpeó en la cabeza y lo arrastró inconsciente hasta un puente, donde lo arrojó al río Kura. Tiempo después se encontró el cuerpo de Kalinka, pero su muerte se consideró un accidente desafortunado.
Nuevamente, Obolashvili hizo de las suyas: vendió más tarde su apartamento por 50.000 dólares.
En 2009, esta asesina serial vivía con Maria Arzamaseva, de 79 años, que había sido novia de su tío durante algún tiempo.
En agosto de ese año, invitaron a un joven a su casa para hablar sobre la venta del apartamento, pero según Obolashvili, Arzamaseva se emborrachó y lo echó, alegando que esa era su casa.
La asesina se enojó demasiado con la actitud de Arzamaseva y ambas comenzaron a discutir hasta que la múltiple homicida inició una pelea y la estranguló.Luego puso su cuerpo sobre la cama, antes de salir a comprar un gran saco para meterlo dentro.
Un taxista que no sabía que había un cuerpo dentro ayudó a la asesina y transportó el cuerpo a una fábrica para luego arrojarlo a una alcantarilla.
Ese saco con el cadáver fue arrastrado más tarde a la orilla, pero la confundieron con una mujer sin hogar y la enterraron en una fosa común.
Tiempo después de su muerte, Obolashvili vendió con éxito el apartamento de Arzamaseva a un extraño y utilizó la plata para pagar algunas de sus deudas y comprar un nuevo automóvil Audi.
Los empleados del banco notaron que había algo sospechoso con sus compras, ya que usaba las tarjetas de crédito de Arzamaseva, pero ella no se dio cuenta de que estaba siendo investigada.
Obolashvili fue detenida el 15 de diciembre de 2009 y acusada de falsificación y fraude, pero pronto se le añadió un cargo de asesinato después de que se comprobara que mató a Arzamaseva.
Al poner la lupa sobre su accionar, los investigadores establecieron rápidamente que tanto su marido como su novio habían muerto en circunstancias igualmente sospechosas, pero como los
fiscales no contaban con pruebas suficientes para acusarla en estos casos, fue acusada únicamente del crimen de su tía y de los cargos de fraude correspondientes.
Durante el juicio, la asesina serial aseguró que la muerte de Arzamaseva fue un accidente, pero sus dichos fueron desestimados y fue declarada culpable de todos los cargos.
Obolashvili fue condenada a 23 años de prisión, donde, según dijo, se hizo amiga de otras reclusas, pasó la mayor parte de su tiempo estudiando y aprendiendo nuevas habilidades, obteniendo un total de 27 certificados en diferentes especialidades.
Asimismo, afirmó que obtuvo dos maestrías en automatización y agrobiología de dos universidades rusas separadas y que hablaba inglés y alemán con fluidez.
A finales de enero de 2023, Obolashvili recibió el beneficio de la libertad condicional tras cumplir menos de la mitad de su condena original.