El equipo de River Plate se enfrentó a una inusual y complicada logística de viaje rumbo a Venezuela, donde debutará en la Copa Libertadores frente a Deportivo Táchira. El trayecto no fue convencional, involucrando una parada previa en Colombia, donde fueron recibidos con afecto por una multitud, seguido de largas horas en autobús hacia San Cristóbal.
La razón detrás de esta odisea se encuentra en un contexto político coyuntural. El gobierno venezolano de Nicolás Maduro cerró su espacio aéreo a las compañías con bandera argentina en represalia por el decomiso de un avión de carga Boeing 747 que aterrizó en territorio argentino en junio de 2022 y luego fue entregado a las autoridades de Estados Unidos. En respuesta a esta medida, Manuel Adorni, vocero oficial de la Nación, informó que Argentina ha comenzado acciones diplomáticas, aunque sin dar más detalles.
Debido a la imposibilidad de volar directamente a Venezuela en un vuelo chárter, el domingo 31 de marzo la delegación de River Plate partió hacia Cúcuta, una ciudad colombiana cerca de la frontera, donde pudieron volar sin problemas con una aerolínea local debido a la ausencia de conflictos internacionales entre el presidente Javier Milei y el gobierno colombiano.
River Plate en Colombia.
Una vez en Colombia, el equipo se trasladó por tierra a San Cristóbal, en el estado de Táchira, durante 11 horas. Allí descansaron y es probable que el lunes se entrenen en algún predio para mantenerse activos. Después del partido, el miércoles al mediodía, regresarán a Argentina. Saldrán de Venezuela en autobús hacia Cúcuta y desde allí tomarán un avión hacia Ezeiza, donde llegarán aproximadamente el miércoles por la noche.
Esta situación no solo afecta a River Plate, ya que Boca Juniors, su eterno rival, también enfrenta un desafío logístico para llegar a su destino en la Copa Sudamericana. El equipo deberá viajar en camionetas 4×4 a lo largo de los 150 km que separan Sucre de Potosí, donde enfrentará a Sportivo Trinidense en la primera jornada de la fase de grupos.