«Papá nos quieren matar», el mensaje de uno de los correntinos rescatados

Así indicó Ricardo Aguilar, el padre de dos jóvenes correntinos que fueron rescatados de la explotación laboral en una finca tomatera de La Plata. “Cuando llegaron, le sacaron los teléfonos y la documentación. A la madrugada los despertaban con armas de fuego para que se levanten a trabajar”, dijo. A las víctimas las tenían desnudas para que no se den a la fuga. “Papá, nos quieren matar” fue el mensaje que recibió Ricardo Aguilar antes del rescate.

Ricardo Aguilar es papá de dos correntinos de 20 y 26 años que fueron víctimas de explotación laboral. Los jóvenes, junto a otras 100 personas, eran sometidas a trabajo esclavo en un campo dedicado al cultivo de tomates en una zona de quintas de la ciudad de La Plata.

Los jóvenes fueron identificados como Jorge Antonio Aguilar y Ricardo Ramón Aguilar quienes salieron de la Ciudad de Goya el jueves pasado rumbo a Buenos Aires con promesas de buen trabajo.

“Mis hijos salieron el jueves de la semana pasada. Fueron a trabajar en una finca tomatera en La Plata y cuando llegaron les sacaron los teléfonos y documentos”, dijo el padre de los jóvenes.

“A la madrugada los despertaban con armas de fuego para que se levanten a trabajar. Los tenían desnudos para que no se escapen y si se escapaban, los buscaban por todos lados”.

En el campo fueron rescatadas cerca de 100 personas: 47 mayores de edad extranjeros, en su mayoría bolivianos y paraguayos, 32 adultos argentinos, casi todos menores de 30 años oriundos de la provincia de Corrientes y 19 menores de edad.

“Mis hijos me contaron que había otros correntinos que estaban en ese lugar hace tres años. No los dejaban salir y no podían contactarse con sus familias”, agregó Ricardo Aguilar.

“Papá nos quieren matar”

En la entrevista, el padre de los chicos contó que recibió un llamado de uno de sus hijos pidiendo que los rescaten del lugar porque los querían matar “papá, nos quieren matar. De esta noche no pasamos”, me decía”. “Uno de los chicos que estaba con ellos tenía un celular escondido y mediante eso se logró el rescate”.

Los “patrones” los habían forzado a vivir en una serie de casillas precarias de ladrillo hueco sin revocar que compartían con varias otras personas. Dormían en colchones sucios sobre el piso al lado de inodoros completamente repugnantes. Sólo tenían permitido salir para trabajar en equipos divididos en la siembra, cosecha y embalaje de las verduras.